Pérdida de talento:

fuga de investigadores en Venezuela[1]

Jaime Requena, Carlos Caputo

Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales
Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas
Caracas, Venezuela

Durante el siglo XX, y con las debidas excepciones, la salida de profesionales e investigadores venezolanos hacia otros países era un asunto temporal, casi siempre reducido al disfrute de licencias de formación o años sabáticos. El apego del venezolano por su tierra era entonces tan marcado que en el programa de gobierno del candidato vencedor en las elecciones de 1988 (Carlos Andrés Pérez) una de las líneas estratégicas en política exterior era “llenar las cuotas de funcionarios venezolanos en los organismos internacionales” ya que tradicionalmente ellos preferían trabajar en el país antes de hacerlo afuera. No obstante, Venezuela, como otros países, no se pudo escapar de la tendencia mundial de la migración de los talentos más capacitados. En efecto, a raíz de la crisis nacional del año 1983 (18 de febrero o viernes negro) la fuga de cerebros en Venezuela comenzó a hacerse evidente tanto como para que en el año 1991 el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) organizara un evento para su análisis (Garbi, 1991) y pasara a convertirse en un tópico de estudio académico (De La Vega, 2003).

Las causas del fenómeno de fuga de cerebros (o pérdida de talento) son muchas, siendo las más citadas las grandes diferencias en la calidad de vida y en las condiciones laborales de desempeño del profesional, específicamente la posibilidad de realizar un trabajo de excelencia, asunto consustancial a la investigación científica. Cuando a estas causas, se le suman políticas científicas basadas en el clientelismo que rechaza la excelencia y se enaltece la mediocridad, se crea una fuerza de repulsión social que termina constituyéndose en uno de los elementos del mecanismo tipo ‘push-pull’ que se cree motoriza el fenómeno de fuga de cerebros. La fuerza, la atracción en ese modelo estaría ejercida por las mejores condiciones de vida y de trabajo presentes en otras sociedades y países (Ibarra y Rodríguez, 1998).

Las consecuencias de la pérdida de talento son múltiples y se manifiestan en muchos campos del quehacer en tanto que la sociedad deja de recibir el beneficio que le corresponde a cambio de los recursos (tiempo y dinero) empleados en la formación del recurso humano. Aparte del daño estrictamente económico (Palma, 2014) se manifiesta con intensidad en lo académico en donde la pérdida de la capacidad docente anula la posibilidad de formar nuevos talentos interrumpiéndose el circuito virtuoso de la generación de relevo. En una era que ha sido descrita como la del conocimiento, la pérdida de talento pone en peligro las posibilidades de desarrollo locales en áreas críticas, como son la electrónica, las telecomunicaciones, la informática y la biotecnología.

Con el arribo al poder en Venezuela del Teniente Coronel Hugo Chávez Frías en el año 1999 y con el cambio constitucional promovido en el país que ha llevado a la implantación de un socialismo revolucionario y bolivariano, durante el SXXI se intensificó el fenómeno de migración al exterior de los profesionales venezolanos, adquiriendo en los últimos años visos de extrema gravedad por su extensión. Este estudio explora, desde una perspectiva cuantitativa e histórica, la dinámica de la pérdida de talento de la comunidad de investigadores y tecnólogos de Venezuela.

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[1] Enviado a la Revista Interciencia